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COMER CON EL SEÑOR



Necesitamos comprender las escrituras plenamente; si alguien es falto de sabiduría, la Biblia deja ver plenamente que la pida a Dios, quien siendo grande en misericordia, se la dará; pero para eso, también necesitamos estar dispuestos a que Dios abra nuestro entendimiento a través de Su poderosa mano, tipificada en los cinco ministerios.  

Veremos una línea del tiempo, de las veces cuando nuestro Señor Jesucristo comió; empezando cuando El come estando con Sus discípulos, en la faceta de ungido de Dios. Es necesario comprender que mientras nuestro Señor estuvo en la tierra, tuvo diferentes manifestaciones, siendo la primera en Su ministerio, como ungido, razón por la cual los ángeles no le adoraban aun, sino que, algunos personajes que menciona la Biblia como el caso del ciego que le adoró. La adoración de los ángeles es hasta el momento cuando El cambia de faceta, de ungido a resucitado, entonces la Biblia muestra que es introducido en el mundo nuevamente, y entonces el Padre da la orden que los ángeles le adoren. 

Pero entonces, tiempo después que había comido con Sus discípulos como ungido; vuelve a comer con ellos, pero esta vez es resucitado, El está en carne y hueso solamente, porque la sangre está en la jofaina; y desde aquel entonces esa sangre ha estado dispuesta para ser rociada por Sus ministros, sobre la vida de los que le permiten a Cristo entrar en sus corazones. 

En la primera faceta cuando El come, lo hace con los judíos de aquel entonces, incluyendo a los discípulos, pero después vemos que El come con los gentiles; esto sucede precisamente cuando come con nosotros y queda la invitación hecho para que nosotros podamos comer con El: 
'He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20 LBLA) 

Pero el punto de todo esto es que mientras nosotros participamos de la Cena del Señor; se nos concede la oportunidad de que podamos ver a nuestro Señor Jesucristo. Pero para que tengamos una mejor comprensión a este respecto, veremos algunos versículos que nos dejan ver más ampliamente, cómo podemos obtener esta bendición: 
Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. (Mateo 26:29 LBLA) 

El versículo anterior, diríamos que es el otro extremo de la línea del tiempo que ya mencionamos, porque primero El comió como ungido, después como resucitado y por último; en lo que está refiriéndose la cita anterior. 

Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero El desapareció de la presencia de ellos. (Lucas 24:30-31 LBLA) 

Cuando vemos el contexto de los versículos anteriores, notamos que se refiere al pasaje con los dos que iban camino de Emaús. Pero notemos la importancia que tiene el hecho de partir el pan y con eso ellos lograron abrir los ojos para ver el mundo espiritual. Es por eso que una de las funciones que tiene la Santa Cena es abrir los ojos ante un mundo espiritual que es tan real como la vida misma; porque para ese entonces; nuestro Señor se les había manifestado en la faceta del resucitado, con un cuerpo espiritual. Es por eso que cuando El andaba entre ellos en la faceta del ungido, Su cuerpo estaba compuesto por carne, sangre y huesos; la sangre era el elemento que le constituía con un cuerpo como el nuestro; pero para ese entonces, la sangre ya había sido derramada en propiciatorio y fue a través de la Santa Cena que pudieron abrir sus ojos espirituales y ver quién era con el que estaban hablando. 

Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos. Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. (Lucas 24:41-49 RV 1960) 

Notemos que la ministración iba dirigida a creyentes que al mismo tiempo eran incrédulos; pero el hecho de comer con ellos, les iba anular la incredulidad por completo. 

Díceles Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. (Juan 21:12 SRV) 

Cuando nos acercamos a la mesa del Señor, debemos llevarnos un beneficio espiritual sobre nuestra vida y sobre la vida de nuestra familia; no podemos acercarnos a la mesa del Señor y seguir con una vida igual a la que hemos llevado hasta hoy; debemos acercarnos buscando una bendición que pueda repercutir sobre nosotros y los nuestros. 

REQUISITO PARA COMER CON EL SEÑOR 
ESTAR PREDESTINADO 

Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver, no por todo el pueblo, sino por los testigos que Dios había escogido de antemano, por nosotros, que comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos. (Hechos 10:40-41 BLA) 

Esto lo podemos relacionar con lo que le sucedió al ciego que describe el evangelio del Apóstol Juan, porque la primera vez que le oyó hablar, obviamente no lo pudo ver porque era ciego, pero una vez que le da la vista y después de algunos acontecimiento que hubo a raíz de ese milagro; el que había sido ciego, se encuentra nuevamente con Jesús reconociéndole el timbre de voz y entonces creyó en El y le adoró (Juan 9:1-41). Pero volviendo a la cita anterior, debemos hacer notar que fue El quien se dejó ver, pero no por todos los que pudieron haber estado en los alrededores, sino que, todo fue por la predestinación que hizo el Padre para que algunos pudieran ver al Hijo resucitado. 

Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan... (1 Corintios 11:23 LBLA) 

Jesús estaba celebrando la fiesta de la pascua, pero en ese momento hace un alto a la pascua de la forma como se venía celebrando; porque a partir de ese momento, El sería la pascua. 

TENER UN LIMPIO CORAZON 

Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. (Mateo 5:8 LBLA) 

Para poder ver al Señor, debemos tener un limpio el corazón; los de limpio corazón comerán al cordero porque al comer al cordero, verán al Señor, es por eso que no podemos acercarnos a la mesa del Señor con un corazón entenebrecido lleno de pecado. David conocía de este requisito y fue por eso que le dice al Señor que necesita un corazón limpio, porque David anhelaba verlo, pero sabía que le había fallado, acostándose con la mujer de Urías y no solo eso, sino que, envió a que mataran a Urías para tratar de encubrir su pecado, pero se arrepintió y es entonces cuando le habla a Dios para que le cambie el corazón. 

ESCUCHAR SU PALABRA 

De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. (Job 42:5 RV 1960) 

Para poder ver al Señor, necesitamos oír Su palabra; por eso vemos también en la siguiente cita: 
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida (1 Juan 1:1 LBLA) 

He ahí la importancia que tiene el hecho de escuchar la palabra de Dios, amar la palabra de Dios, estar atentos a escuchar Su voz, y como consecuencia un día le veremos. 

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios... (Hechos 7:55 RV 1960) 

En el versículo anterior podemos notar dos requisitos más: 

TENER LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO 
Si alguien no ha sido lleno del Espíritu Santo, debe anhelarlo con todo el corazón; el hecho de hablar en lenguas, como le sucedió a los que estaban en el aposento alto, el día de pentecostés; nos trasladará de dimensión a tal grado que difícilmente estaremos detrás de alguna religión y como consecuencia, difícilmente de ser engañados por el diablo. 

TENER LOS OJOS PUESTOS EN EL CIELO 
No debemos tener los ojos enraizados en la tierra, sino que, nuestra mirada debe estar en dirección hacia el cielo. Es interesante que algunos animales que pueden volar, siempre están viendo para la tierra, con el propósito de encontrar carroña, buscan las sobras que deja el mundo; mientras que el águila siempre va a las alturas, desciende para buscar cómo alimentarse pero no de carroña, sino que caza para poder comer. Otro grupo que mantenía sus ojos puestos en el cielo fueron los reyes que vieron el nacimiento de una estrella y supieron que había nacido un nuevo rey en Israel. 

EN JUSTICIA 
En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza. (Salmos 17:15 RV 1960) 
Debemos escondernos en la roca eterna de nuestra salvación: Cristo, porque El es nuestra justicia; es por eso que David buscaba la satisfacción de alcanzar el plan original de Dios, de llegar a ser como El es. 

CREER 
Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40 LBLA) 
Este requisito está íntimamente ligado con el siguiente, porque debemos tener fe de que volverá y esperarlo el tiempo que sea necesario. 

ESPERARLO 
...así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan. (Hebreos 9:28 LBLA) 

Si verdaderamente estamos esperándolo, seguramente le veremos. Es por eso que aquellos ministros del evangelio que están tratando de quitarle la fe a las ovejas que Dios les encomendó para que pastorearan; respecto a la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo; están cometiendo un grave error, porque ciertamente El vendrá, y aunque ha de tardar un poquitito, El volverá. 

LOS QUE LE SIRVEN 
Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán. Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. (Apocalipsis 22:3-4 LBLA) 
Los siervos de Dios, que dan su servicio de todo corazón, para los siervos que son más que vencedores, es el siguiente versículo y también tienen el privilegio de llegar a verlo: 
'Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12 LBLA) 

LOS DISPUESTOS AL CAMBIO 
E id pronto, y decid a sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. (Mateo 28:7 LBLA) 
No se trata de que cualquiera lo pueda ver, sino que, aquel que esté dispuesto a morir a sus metas, a los afanes de este mundo; ese lo verá. Es interesante que el nombre: Galilea, tiene dos significados: 
1.- Círculo 
2.- Revolución 

Nosotros como cristianos somos revolucionarios, considerando que la palabra revolución, una de sus acepciones es: un cambio violento de lo actual, por algo nuevo. Eso significa que Dios se manifestará a los que se atrevan a cambiar su vida llena de teología, para darle paso a lo que el Espíritu Santo desee sembrar en nuestra vida; pero debe ser un cambio radical y repentino. 

LOS QUE ANHELEN PARECERSE A CRISTO 
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es. (1 Juan 3:2 LBLA) 

Nosotros debemos anhelar parecernos a nuestro Señor Jesucristo, y no al ministro que nos esté pastoreando, debemos tener claro ese concepto, nuestra mente debe ser El en todo momento. 

EN PAZ CON TODOS Y EN SANTIDAD 
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor: (Hebreos 12:14 SRV) 
Debemos anhelar todos estos requisitos y entonces al comernos al cordero, en la Santa Cena, le veremos en la dimensión en la que estemos, porque habremos avanzado un nivel de espiritualidad que Dios desea ver en nuestra vida. 

¿Con Quién Nos Sentamos A Comer?  
Es interesante el hecho de que cuando llega la hora de la comida, nos agrada no solamente por el hecho de comer, sino que, por la persona con la que no sentaremos a la mesa a degustar los alimentos en cada tiempo; porque el hecho de comer, es algo que nos agrada a todos, compartir con otro, bendecir los alimentos, etc., pero en esta oportunidad, tenemos una invitación para comer, pero no es cualquier mesa, es la mesa de nuestro Señor Jesucristo. 

'He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20 LBLA) 

Cuando empezamos en nuestro caminar cristiano, la Biblia nos muestra que Dios entró a nuestro corazón para cenar con nosotros, pero ahora, la invitación es que nosotros comamos con El; pero para podernos acercar, necesitamos cuidar en no echarle a perder la cena a Dios, de no poner un toque de desagrado entre los demás con alguna actitud que nosotros podamos tener. Proyectemos una cena de bodas, y de pronto llegue alguna o algunas personas e inicien un problema entre ellos, quizá una riña, y ese problema, puede estropearlo todo. La cena que está en plena preparación, es la Cena a las Bodas del Cordero y lo que todos debemos hacer es discernir adecuadamente y saber si nos acercaremos confiadamente para bendición o para juicio; y para eso Dios está acercándose para hablarnos puntualmente sobre nuestra vida; porque lo que muchos optan en hacer es: no acercarse o despreciar la Cena del Señor. 

Cuando uno de los que estaban sentados con El a la mesa oyó esto, le dijo: ¡Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios! Pero El le dijo: Cierto hombre dio una gran cena, e invitó a muchos; y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los que habían sido invitados: "Venid, porque ya todo está preparado." Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses." Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses." También otro dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir." Cuando el siervo regresó, informó de todo esto a su señor. Entonces, enojado el dueño de la casa, dijo a su siervo: "Sal enseguida por las calles y callejones de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos." Y el siervo dijo: "Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía hay lugar." Entonces el señor dijo al siervo: "Sal a los caminos y por los cercados, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. "Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados probará mi cena." (Lucas 14:15-24 LBLA) 

Lo lamentable para ese tipo de cristianos es que por haber despreciado la Cena al Señor, nunca más se sentarán a Su mesa porque son indignos. 

Entonces debemos cuidarnos en no despreciar la Cena del Señor, pero tampoco acercarnos indignamente para no tomar juicio para asimismo. Por eso fue que nuestro Señor Jesucristo lavó los pies a Sus discípulos para que su caminar no fuera impedimento en nada. El lavamiento de pies, es un simbolismo donde el que está lavando los pies, está descubriendo la forma en la que caminan los demás; pero después, al que está lavando pies, también se los lavan. Lavar pies es pasar por alto las ofensas que otros nos hayan hecho; es por eso que debemos lavarnos unos a otros, que nadie se quede sin el lavamiento de pies, que nadie se quede sin pedir perdón y sin perdonar a otros. 

Vemos la parábola del hijo prodigo, cuando él regresó a su casa, el papá mató al becerro engordado para celebrar, y el hermano del prodigo, no quiso entrar a celebrar con los demás, a pesar de saber que su hermano lo daban por muerto y ahora había vuelto a la vida en su casa; la envidia lo había invadido, aunque el padre estaba lleno de felicidad, al hermano del prodigo no le importó. Dios está feliz porque muchos pródigos han regresado a la casa del Señor y lo que El quiere es que todos festejemos con alegría y cuando llegue el momento, todos juntos con amor, podamos sentarnos a la mesa, en armonía y, a cuentas con Dios. 

Hoy estamos siendo invitados para participar de la Cena del Señor donde lo que tomaremos será la carne y la sangre espiritual de nuestro Señor Jesucristo, y si verdaderamente la recibimos con humildad y mansedumbre, donde estaremos viendo dimensionalmente nuestra vida para ponernos a cuentas con aquellos que hemos ofendido o nos han ofendido; entonces nos presentaremos delante de Dios para ponernos a cuentas, pidiéndole perdón, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido. 

Debemos saber que el espíritu humano, habita en los huesos y el alma en la sangre, para lo cual podemos ver los siguientes versículos: 
Si no sabes cómo entra el espíritu en los miembros en el vientre de la mujer encinta, tampoco sabrás la obra de Dios que todo lo hace. (Eclesiastés 11:5 BJ3) 
"Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo os la he dado sobre el altar para hacer expiación por vuestras almas; porque es la sangre, por razón de la vida, la que hace expiación." (Levítico 17:11 LBLA) 

En el diccionario Strongs, podemos encontrar que la palabra: vida, a la que se refiere el versículo anterior, en el idioma hebreo, lo describe de la siguiente forma: 
H5315 
נֶפֶשׁ 
néfesh 

Pero lo interesante de esto es que una de sus acepciones es: alma; por esa razón es que cuando nosotros nos acercamos a la mesa de nuestro Señor Jesucristo, y tomamos de Su sangre, tipificada en al vino, está entrando en nuestro ser, el alma de nuestro Señor para que transforme nuestro ser integral, para que vaya por todo el torrente sanguíneo eliminando todo aquello que nos es contrario, todo aquello que no hemos podido deponer por nuestras propias fuerzas; El lo hace en forma minuciosa, entrando a cada lugar de nuestro cuerpo, a cada lugar donde llegue la sangre, para que nuestra alma no sea más la que siga dominando nuestro ser, y lleguemos a vivificar completamente nuestro espíritu; pero es necesario que estemos a cuentas con nuestros hermanos, y que entonces podamos acercarnos confiadamente a la mesa de nuestro Señor Jesucristo la cual hoy se nos presenta, en una nueva oportunidad, la cual no debemos menospreciar, porque no sabemos si esta será la última vez que escucharemos la invitación, y posiblemente mañana al despertar, nos encontremos en otra dimensión esperando ver qué camino nos corresponde, pero dependerá si hoy hicimos una sabia decisión de acercarnos a Dios con un corazón humilde y reconociendo que fuera de El, nada somos.

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