Números 13:25-33
Al cabo de cuarenta días los doce hombres regresaron de explorar aquella tierra. Volvieron a Cades, en el desierto de Parán, que era donde estaban Moisés, Aarón y toda la comunidad israelita, y les presentaron a todos ellos un informe, y les mostraron los frutos de esa tierra. Éste fue el informe: Fuimos al país al que nos enviaste, ¡y por cierto que allí abundan la leche y la miel! Aquí pueden ver sus frutos.
Pero el pueblo que allí habita es poderoso, y sus ciudades son enormes y están fortificadas. Hasta vimos *anaquitas allí. Los amalecitas habitan el Neguev; los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, y os cananeos ocupan la zona costera y la ribera del río Jordán. Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés, y dijo: Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo. Pero los que habían ido con él respondieron: No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros! Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores acerca de la tierra que habían explorado. Decían: La tierra que hemos explorado se traga a sus habitantes, y los hombres que allí vimos son enormes. ¡Hasta vimos *anaquitas! Comparados con ellos, parecíamos langostas, y así nos veían ellos a nosotros.
Números 13:1-2 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos.
Los príncipes están obligados a tener revelación, ya que deben tener otra mentalidad.
Dos cosas:
1. Informe
2. Frutos = evidencia.
Leche = Logos = Palabra escrita
Miel = Rhema = Palabra hablada
Números 14:24 Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.
¿Cuál es el mensaje que encontramos en el “espíritu de Caleb”?
¿Por qué el creyente debe tener esta clase de espíritu?
I. CALEB NOS REVELA UN INQUEBRANTABLE ESPÍRITU DE FIDELIDAD
El nombre Caleb significa “audaz, impetuoso”, pero también significa “perro”, a lo mejor para destacar su agresividad y su fidelidad en hacer las cosas. Curiosamente él fue un extranjero, descendiente de Esaú, pero adoptado por la tribu de Judá.
Fue uno de los doce espías enviados a reconocer la tierra prometida. Diez de ellos trajeron un informe que hizo desalentar al pueblo, hasta el punto de querer linchar a Moisés y Aarón. Fue en esa ocasión cuando apareció Caleb e hizo callar al pueblo, diciendo: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” (Números 13:30). Lo que él dijo allí habla de su carácter. Después el Señor lo calificaría como alguien en quien había un espíritu distinto. Sobre esa declaración del Señor, quien es el mejor para calificar nuestras actitudes y virtudes, abordaremos el mensaje de hoy. El texto para nuestro tema, dice: ““Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión”. (Números 14:24).
1. La visión de la infidelidad (Números 13:27,28). Los doce espías vieron la tierra de Canaán. Todos vieron la exuberancia que había en ella. Todos vieron sus frutos, tan grandes que trajeron un racimo de uvas suspendido por dos de ellos. Todos vieron las ciudades, todas ellas amuralladas. Todos vieron los gigantes, y resaltaron la raza de Anac como si fueran los más temidos. Todos dieron un resumen de lo visto. Diez de ellos vinieron alarmados por lo que vieron. En el resumen presentado, la visión que tuvieron de la tierra les causó una imagen negativa. Lejos de recordar que aquella era la tierra de la promesa, de la que tanto les había hablado su Dios, lo que más les atemorizaron fueron los gigantes de las ciudades. Por ningún lado vieron la posibilidad de la intervención divina. Es una ironía de la vida que los hombres que más han visto la obra de Dios desfallezcan en la hora de la prueba; que en lugar de ver al Dios que ha obrado en el pasado, vean los gigantes que impedirían el avance de lo que está delante. Esta es la visión de los hombres incrédulos e infieles. Los hombres que no siguen a Dios de cerca y se olvidan de cuán poderoso es, siempre estarán viendo murallas impenetrables. Esta es la gente que lo que hace es criticar, murmurar y detener el caminar de la obra. Los diez espías de esta historia representan a los incrédulos y a los infieles. No hay final feliz para ellos.
2. La visión de los fieles (Números 13:30). Caleb también vio la tierra. Él también vio a los gigantes y sus ciudades. Pero él no era incrédulo, sino un fiel creyente de su Dios. Él conocía al Dios que derrotó al gigante de faraón, y cómo Israel había salido “venciendo y para vencer”. Él era un verdadero discípulo que no se desviaba ni a la derecha ni a la izquierda. Él era un auténtico creyente que no se dejaba llevar por el canto de las sirenas del mundo. Él vio detrás del problema al Dios que estaba como poderoso Gigante. Su informe no fue negativo. Cuando hizo callar al pueblo, ellos le oyeron decir: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”. También resumió en tres oraciones lo que pensaba que sucedería con ellos: “…porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová…” (Números 14:6-9). He aquí las palabras de un hombre de fe. Él sabía que Israel contaba con un gigante más grande que los de Anac. Mientras los demás espías levantaron los ánimos del pueblo contra Moisés y Aarón, vea el coraje y la fe de sus palabras. ¿Por qué Caleb nos enseña el ejemplo de la fidelidad? Porque mientras otros se alejaron, renegaron y se rebelaron, él se mantuvo en pos del Señor. La fidelidad de un hijo de Dios se mide por el tipo de visión que tenga al dar testimonio de su fe. ¿Qué tan fieles somos al dar el testimonio?
II. CALEB NOS ENSEÑA UN ESPÍRITU CONFIADO EN LAS PROMESAS DIVINAS
1. Promesas sin calendario (Génesis12:7). A la primera persona que se le habló de la tierra prometida fue a Abraham. De hecho él caminó en ella y en Hebrón compró la heredad para enterrar a su familia. De ese tiempo a la salida del éxodo pasaron más de cuatrocientos años. Y del salida del éxodo hasta la posición de la tierra más de cuarenta. Como puede verse, el tiempo para que se cumpliera la promesa de poseer la tierra prometida no tuvo un calendario. A las promesas de Dios nadie le pone una fecha de cumplimiento. Ahora Caleb, quien había escuchado muchas veces la promesa de la “tierra que fluye leche y miel”, ha tenido el privilegio de verla, de tocarla y de andar por ella también. Pero tuvo que esperar cuarenta y cinco años en medio de una generación incrédula y rebelde. Y cuando estuvo a punto de ver su cumplimiento, necesitó esperar hasta tener ochenta y cinco años para conquistarla. Amados hermanos, en el “espíritu de Caleb” encontramos una fe y esperanza determinada. Bien quisiéramos que las promesas de Dios se cumplan cuando más las deseamos. Pero nos damos cuenta que no es así. Que sus promesas pueden durar algunos días, un mes, un año o hasta miles de años para cumplirse. Sin embargo, si nuestro espíritu es inquebrantable como el de Caleb, tendremos la seguridad que llegará el día para que las promesas de Dios sean una realidad.
2. Promesas que bendicen la familia (Josué 15:18, 19). La generación que murmuró y se quejó contra Dios y Moisés en el desierto, pereció y no vio el cumplimiento de la promesa. Las dos medias tribus que se quedaron con las tierras al otro lado del Jordán, despreciaron con ello la tierra que “fluye leche y miel”. Ninguna de esa generación vivió para ver lo que Caleb vivió. Pero la promesa de Dios iba más allá de la mera conquista. El espíritu que mantuvo Caleb hizo posible que la promesa alcanzara también a su familia. Cuando hubo conquistado la tierra que le dio Josué, le repartió a su hija Acsa parte de su territorio, junto con abundancia de aguas para el cultivo y su sustento. En esto vemos que las promesas que se cumplen en un padre fiel, bendicen en el futuro a toda la familia. Cuando se le cree a Dios y a sus promesas, las bendiciones que vienen de esa promesa acompañan al resto de la familia. Un padre que posee el espíritu de Caleb, creyendo las promesas de Dios, les estará asegurando a sus hijos la mayor suma de bien y de felicidad. Muchos hijos viven hoy la desdicha de padres incrédulos. Sus vidas han sido marcadas por la misma actitud de aquella generación que murió en el desierto. Gracias a Dios por los “Calebs” que han creído en su promesas. Felices los hijos que viven bajo el amparo de las mismas promesas de sus padres. Hagamos que las promesas divinas alcancen a nuestros hijos.
III. CALEB NOS PRESENTA UN ESPÍRITU INDOBLEGABLE EN EL TIEMPO
1. Conquistando a los ochenta y cinco (Josué 14: 10-12). ¿Quién va a querer a los 85 años pedir una tierra, y sobre todo si tiene que conquistarla? ¿No es verdad que esa edad es para estar ya jubilado, reposado y tranquilo en casa? Pero esto no fue lo que sucedió con Caleb. Es interesante que mientras a todos los demás le dieron la tierra por suerte, él pidió un monte para conquistarlo. Era justo que Josué, por cuanto conocía de su fidelidad, le diera las mejores tierras ya conquistadas, pero Caleb no quiso eso. Por el contrario, mire las credenciales con las que se presenta delante de su amigo de siempre: “… y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día…” (Josué 14: 10-12). En estas palabas hay valentía, audacia, agallas, optimismo, seguridad y deseo de ver la promesa cumplida. Un fiel creyente del Señor no claudica en ninguna etapa de su vida. Si él posee el espíritu de Caleb, Dios renovará sus fuerzas, lo dotará con una gracia nueva, con un entusiasmo que otros querrán imitar. Un creyente al estilo Caleb posee un espíritu valiente para ir adelante. Él no espera que le repartan la tierra, él se ofrece para conquistarla. Él no se lamenta porque ya no puede hacer nada, él se presenta para decir: “¿Qué puedo hacer por mi iglesia?”. Así actúa un creyente con un espíritu indomable.
2. Un viejo guerrero venciendo gigantes (Josué 14:12). La valentía de Caleb no tenía límites. Cuando él vio la ciudad de Hebrón por primera vez supo que allí había gigantes. Él sabía que frente a ellos sería como langosta, sin embargo esa tierra infectada de gigantes fue la que le pidió a Josué. Ahora vemos a un viejo guerrero enfrentando a los descendientes de los gigantes de Anac, los más temidos de ese lugar. ¿De dónde sacaba este hombre semejante valentía a esa edad? ¿Qué lo hacía después de tanto tiempo poseedor de ese espíritu indomable para conquistar a Hebrón con semejantes habitantes? Que él tenía un espíritu distinto. Su fidelidad a Dios y su seguridad de lo que él ya había hecho en el pasado, levantaba en él aquel valor incomparable. El pasaje de Josué 15 da el resultado de su valentía cuando dice: “Y Caleb echó de allí a los tres hijos de Anac, a Sesai, Ahimán y Talmai, hijos de Anac” (v. 14). Cuando pensamos que hay gigantes difíciles de vencer, traigamos a nuestro tiempo el ejemplo del viejo guerrero. Ningún gigante podrá quedar de pie si nuestro Dios pelea por nosotros como “poderoso gigante”. Nada nos podrá detener en nuestras conquistas si en nosotros existe el espíritu de Caleb. Los hombres del pasado vencieron los gigantes (Caleb, David…) porque tuvieron una gran fe en el Dios que hizo grandes cosas en su pueblo. Levantémonos hoy para vencer nuestros gigantes.
IV. CALEB NOS MUESTRA CUÁL ES EL ESPÍRITU QUE DIOS RECOMPENSA
El Señor fue categórico sobre las sanciones que recibieron los diez espías al dar tan negativo informe respecto a la tierra prometida. Por haber desanimado al pueblo, hasta levantarlo contra sus líderes Moisés y Aarón, recibieron la más dura sentencia divina que terminó con la muerte por medio de una plaga desconocida. Sin embargo lo que dijeron Caleb y Josué fue digno de un continuo reconocimiento. El primero fue hecho en el mismo momento cuando todos trajeron el informe. Allí el Señor percibió el espíritu de Caleb, tan distinto al de sus compañeros, diciendo: “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión” (Números 14:24). Esta promesa se la reiteró el Señor una y otra vez al hombre fiel de aquella jornada, mientras aquella generación apóstata pereció en el desierto sin ver el cumplimiento de la misma (Números 32:12; Josué 14:14). Cuando un creyente tipo Caleb sigue “cumplidamente” al Señor no debe extrañarse recibir la recompensa del Padre celestial, la más importante de todas. Dios trajo una y otra vez la vida de aquel viejo guerrero y la puso como testimonio a las demás generaciones para que supieran hasta dónde puede llegar un hombre que en verdad ama a su Señor, manteniéndose fiel en medio de la adversidad ninguna recompensa superará a la que se haga de nuestra fe. Ella determina la clase de cristianos que somos. La lista de Hebreos 11 todavía espera para seguir anexando a los nuevos hombres de la fe. ¿Te gustaría ser parte de esa lista todavía?
CONCLUSIÓN: El pasaje de Josué 14:15 termina con esta frase: “Y la tierra descansó de la guerra” v.15. Fue colocada no como fin de una frase, sino para enaltecer lo anterior dicho. Solo una vida como la de Caleb, caracterizada por una fidelidad inquebrantable; por una certeza en las promesas divinas y por una comunión con su Padre, puede llegar al término de su vida con esta nota gloriosa de victoria. La conquista de los gigantes que combaten en nuestra carne es lo que puede poner fin a la guerra cotidiana. El testimonio de este hombre nos dice que mientras algunos quedan tendidos en el camino, desfallecidos por el temor; que mientras muchos abandonan la carrera y se conforman con dar vueltas en el desierto, Caleb nos desafía a ser fieles a la visión del principio, a hacer nuestras las promesas de Dios, y a tomar la heredad que Dios nos ha dado. Cuando el dijo: “Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió...”, nos está diciendo que los viejos creyentes no tienen por qué ser soldados débiles. Que mientras vamos avanzando en edad nuestra fortaleza en el Señor debiera ser mayor. El creyente de hoy necesita conquistar sus propios “montes”. Algunos de ellos pudieran estar llenos de “gigantes”, también. No tenemos por qué fracasar cada vez que nos proponemos expulsarlos. Una consagración al estilo “Caleb” nos hará la clase de cristianos que vivamos en las alturas espirituales, conquistando las más altas y las más difíciles “montañas espirituales”.
Debe aprenderse a dimensionar los problemas.
El tamaño de una cosa tiene que ver con el mundo natural, pero no con el mundo espiritual.
Hay que tener clara la asignación.
I. Las características de una persona incrédula
1.1 – Tiene duda de las promesas de Dios
Estos diez hombres mostraron que la gente estaba dominada por la incredulidad. Ellos dudaron de la promesa de Dios:(Números 13.31, 32).
1.2 No recuerda dos milagros de Dios
Estos diez hombres no se acordaban de los signos en Egipto. El Señor dijo que: "... vieron mi gloria y mis señales que hice en Egipto y en el desierto, y me tentaron..." (Números 14:22).
1.3 Se aprendieron de memoria los problemas
Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. (Número 14:29)
1.4 - Vivir en el aquí y el ahora
Estos diez hombres dijeron: "Pero la gente que allí habita es poderosa..." (Números 13:28).
1.5 – Son personas pesimistas
Estos diez hombres dijeron: "No podemos ir en contra de la gente..." (Números 13: 31).
II. Actitudes de una persona incrédula
2.1 - infecta a los que los rodean
Estos espías "... difamaron la tierra que habían espiado ante los hijos de Israel..." (Números 13:32).
2.2 - Tiene complejo de inferioridad
Estos espías también se consideraron débiles e impotentes. Ellos dijeron: "También vimos allí gigantes, hijos de Anac, descendientes de los gigantes. Y nosotros éramos como langostas en los ojos" (Números 13:33).
2.3 – Mantiene el Egipto dentro de sí mismo
Después de este informe pesimista, el pueblo lloró aquella noche, y murmuró contra Moisés y Aarón y toda la congregación dijo: "¡Ah! Si hemos muerto en la tierra de Egipto" (Números 14:1, 2).
III. Características de una persona de fe
3.1 - Cree en la victoria
Pablo dijo: "Porque yo sé a quién he creído..." (2 Timoteo 1:12).
3.2 – Confía en Dios
En Números 14:8, Josué y Caleb hablaron: "Si el Señor se deleita en nosotros...”
3.3 - Depende de Dios
En Números 14:8b, Josué y Caleb siguen diciendo: "... entonces Dios va con nosotros, Él nos dará esta tierra, y nos la entregará, una tierra que mana leche y miel"
3.4 - Obedece a Dios
En Números 14:9, Josué y Caleb exhorta al pueblo por la obediencia.
Ellos dicen: "Solo no se rebelan contra el Señor...”
IV. Actitudes de una persona de fe
4.1 - No es dominada por el miedo
En Números 14:9, Josué y Caleb anima a la gente. Ellos dicen: "... ni temáis al pueblo de esta tierra... "
4.2 - Las probabilidades no son elementos de la derrota
Los obstáculos para los incrédulos eran las naciones de los jebuseos. Pero para Josué y Caleb, estas naciones no eran nada.
4.3 - La confianza en la compañía del Señor
En Números 14:9, Josué y Caleb dijeron: "... se apartó de ellos (jebuseos) su defensa, y el Señor está con nosotros...”
4.4 - Cree que la victoria de Dios está garantizada
En Números 14:30, el Señor dice que la gente no entraría en la tierra prometida, sólo Josué y Caleb.
En este lugar van a suceder cosas buenas, es tiempo de rompimiento, tiempo de tomar posesión.
Dios dice muéstrame tu título de propiedad y el te da el territorio, donde está tu fe.
Caleb hizo callar al pueblo, porque el pueblo de Dios estaba hablando de parte del diablo.
Ambos grupos vieron lo mismo, la diferencia estaba en el enfoque.
Esto es una batalla espiritual 1Timoteo 6:12.
El que se enfoca en el enemigo o en el problema tiene problemas para cambiar.
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